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Gastos de funcionamiento de una empresa
Antes que discutir si el precio de un proyecto se debe tarifar de manera fija o teniendo en cuenta horas trabajadas (o incluso un fijo más variables), creo que es muy pertinente desglosar de manera básica cuáles son los gastos de un arquitecto por tener abierto un despacho. Allá vamos:
- Cuota de Autónomos o Hermandad Nacional de Arquitectos (unos 300 € al mes)
- Cuota de Colegiación (desde 30-40 euros al mes)
- Seguro Profesional (desde 10 € al mes en el caso de dedicarse a la certificación energética en exclusiva, sube a 30 € al mes si se incluyen ITEs e informes, y sube a 50€ al mes si se incluyen cédulas. Por proyecto de entidad la entidad consultora cobra un aparte.
- Material de oficina (papel, consumibles, encuadernaciones, impresión planos…)
Por tanto, tenemos unos gastos básicos de casi 400 euros que debemos pagar aunque no facturemos NADA y tengamos el despacho en casa e incluyamos haciendo un poco de trampa los gastos de luz y teléfono en la cuenta familiar. Porque si abrimos un despacho profesional o una oficina, hay que pagar también:
- El alquiler de la oficina (300 euros como mínimo al mes)
- Internet y servicios (mínimo 100 euros al mes)
Y no digamos si nos inunda el trabajo y debemos contratar a personal cualificado. Los gastos mensuales se multiplican por dos o por tres, por no hablar de dispendios ocasionales o normales como:
- Transporte público, viajes en coche, gasolina, peajes, dietas.
Por tanto, ese arquitecto que muchos piensan que nada en dinero por hacer poco, cada mes tiene que abonar en el mejor de los casos un básico de 400 euros para mantener su actividad sin facturar. Teniendo en cuenta que tenemos nuestras obligaciones con Hacienda y lo que facturamos al cliente en porcentajes considerables va hacia el Estado (y a veces por duplicado), la realidad de la vida es que para ganar un total de X euros netos, debemos facturar 2X euros a nuestros clientes.
Paso a paso para hacer un presupuesto
¿A dónde quiero ir a parar? Que para presupuestar no podemos dar precios al tun tun sin reflexionar antes. ¿Cuánto queremos ganar a la hora? ¿Cuántas horas queremos trabajar al año? ¿Cuánto tiempo invertimos en realizar tal o tal proyecto (aunque sea de manera aproximada)?
Presupuestar es un aspecto fascinante de la profesión, pero si en un precio no existe una relación en la cual tanto cliente como profesional ganan, puede transformarse en un tormento. Solamente se aprende con la práctica, la pérdida del miedo al “no” (como en todo en la vida) y con la seguridad y firmeza al hablar.
Ejemplo de presupuesto de un proyecto
Para terminar, podemos ilustrar con un ejemplo. Pregunten a un interesado en edificarse una vivienda cuánto está dispuesto a pagar por los planos de la misma. Supongamos que contesta “unos 3.000 euros”. Bien. Vamos a ver cómo se reparten los 3.000 euros:
- Para empezar, el cliente entiende los precios con el IVA, por tanto, disponemos de 2.479 €
- Dos visitas al lugar donde se edificará el proyecto
- Reuniones con el cliente para avanzarle bocetos, versiones del anteproyecto y el proyecto definitivo. Siendo muy benevolentes, pongamos un mínimo de cinco.
- Horas de trabajo (unas cien, pongamos)
- Entrega del material, renders, planos, presentaciones
- Mediciones y presupuesto
- Visados
Si consideramos que tardaremos un mes en tener un proyecto ejecutivo listo de esa unifamiliar, siendo muy pero que muy optimistas, nos sale que a los 2.479 euros le debemos restar los 400 preceptivos de mantenimiento de la actividad, con los que nos quedan 2.079 €.
Tenemos el seguro por obra, que varía según la compañía, pero es otra buena dentellada anual que encima hay que abonar hasta que expire el periodo decenal. 1000 € al año entre doce meses, aproximadamente 80€ al mes, siendo de nuevo benevolentes. Nos quedan dos mil euros, a los cuales, hay que restar consumibles, servicios, impresión de planos, así que nos quedan 1.800 € por cien horas de trabajo de despacho y una treintena más de reuniones y visitas.
1.800 € / 130 = 13,8 € hora.
¿Cuánto queremos ganar a la hora?
Juzguen ustedes. Para mí, está claro que un proyecto de edificación no puede pagarse a ese precio, sino al doble como mínimo por la responsabilidad que conlleva. Y esto es lo que debemos hacer entender a los clientes, que una mitad de lo que nos pagan va por derroteros que no se imaginan y que es el valor añadido de lo que nosotros podamos aportarles y que otros profesionales no hagan lo que les hará decantarnos por nosotros. No por ser los más baratos.
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