Con frecuencia, nos planteamos la posibilidad de reformar nuestras viviendas, oficinas o locales comerciales, cambiando su distribución original. Esto implica intervenir en los elementos divisorios de nuestros inmuebles.
¿Qué son los elementos divisorios?
No son más que los elementos que sirven para delimitar las distintas estancias de nuestros inmuebles, es decir las paredes. Pero debemos tener en cuenta que, aunque a simple vista todas las paredes son iguales no es así en realidad.
Nos podemos encontrar con paredes de carga y con tabiques. Las funciones de ambos son diferentes, así como sus espesores y el tipo de ladrillo empleado en su construcción.
¿Qué diferencia existe entre paredes o muros de carga y los tabiques?
Los muros de carga, también conocidos como muros portantes o estructurales soportan el peso de parte de la estructura. Sobre ellos descansan vigas y viguetas que soportan los forjados superiores. Suelen tener un espesor superior a 12 centímetros dependiendo del tipo de ladrillo empleado en su construcción.
En cambio, los tabiques son simples elementos de división, construidos normalmente con ladrillos de poco espesor. No soportan cargas.
En ocasiones deseamos abrir un hueco en un muro portante (estructural) a fin de conectar dos estancias, creando un espacio diáfano con una mayor sensación de amplitud.
Si se tratara de derribar un tabique (no soporta cargas) sería una operación sencilla. Sólo debemos considerar que algunos tabiques han podido entrar en carga con los años, debido a posibles deformaciones de los forjados superiores. Esto podría traducirse en grietas por aplastamiento (normalmente con una trayectoria horizontal). Al derribar el tabique, esas cargas soportadas por éste, deben repartirse con un nuevo reparto de cargas que puede afectar a otros elementos constructivos, normalmente otros tabiques.
En cambio, derribar un muro de carga o portante resulta una operación mucho más delicada pues estamos interviniendo sobre un elemento estructural del edificio.
Si bien para derribar un muro de carga, debemos solicitar un permiso de obra mayor al ayuntamiento y encargar un proyecto de obra a un técnico competente, para derribar un tabique no es necesario proyecto arquitectónico, aunque sí solicitar un permiso de obra menor, como cuando se reforma una cocina o un baño.
No obstante, debemos tener en cuenta que la simple demolición de un tabique varía la distribución de un edificio y por lo tanto puede afectar a los recorridos de evacuación en caso de incendio. También podría, la nueva distribución, infringir la normativa de habitabilidad, no respetando las superficies mínimas de alguna estancia. Por ello es muy recomendable tener el asesoramiento de un técnico, aunque no sea necesario redactar un proyecto arquitectónico como tal.
En cualquier caso, antes de demoler un tabique es conveniente realizar una visita de inspección previa a los pisos superiores e inferiores para comprobar su estado y la posible existencia de grietas.
Este último aspecto es importante a fin de evitar reclamaciones posteriores de los vecinos. Si se apreciaran grietas o fisuras deberán documentarse gráficamente y hacerlas constar por escrito en un informe que deberá firmar un perito. También puede levantarse un acta notarial.
Lo habitual es que derribar un tabique no afecte a ningún otro elemento del edificio, salvo alguna contada excepción, pero las reclamaciones de algunos vecinos, aprovechando que estamos haciendo reformas en nuestras viviendas, es algo mucho más común de lo que pensamos. Una vez llevadas a cabo las inspecciones previas podrán realizarse los trabajos correspondientes.