Los edificios no se pueden “contar”
Un profesor mío de mi época universitaria explicó que los planos de los edificios no existirían si éstos se pudiesen contar o explicar, como hacían los juglares de la Edad Media. Por supuesto que la lengua es uno de los instrumentos más poderosos y fascinantes que existen y en el caso de los profesionales de la escritura, permite al lector imaginar escenarios enteros con solamente unas pinceladas aquí o allá.
Pero en el plano puramente técnico, la arquitectura es una ciencia que no sólo conforma el espacio y el medio, sino que lo debe hacer a través de la seguridad. Y el dibujo es el único medio del que disponemos para almacenar dicha información para que pueda ser utilizada por otros y transcrita tal como la ideó el proyectista de dicha arquitectura.
Los planos no son mapas de carreteras
Si preguntamos a una persona ajena a la arquitectura o a la delineación cómo leer los planos de una casa, seguramente lo hará de manera análoga a los mapas de carreteras. Pero no es tan sencillo, y por ello, creo que dar unas pautas básicas ayudará bastante.
En primer lugar, conviene hacerse una idea de dónde está el Norte por la brújula que por obligación debe estar en todos los documentos. A continuación, interpretar la escala gráfica antes que guiarse de las cotas, que preferentemente debería ser el dibujo de una regleta.
Podemos interiorizar una regla mnemotécnica como “un centímetro es un metro”. Y en tercer lugar, nunca variar de posición la orientación del plano. El obligarse a girar mentalmente mientras examinamos la arquitectura es un ejercicio de visión espacial que nos ayuda enormemente. Además en el caso de ser nosotros los que tengamos que realizar el plano tendremos que saber medir una casa y tener esa visión espacial de la que hablábamos.
El plano debe “respirar”
Si nos encontramos con planos más técnicos como los de construcción o estructurales que necesitan algo más de experiencia por parte del observador, es evidente que los conocimientos previos de la materia ayudan mucho a descifrar el contenido. Aún así, dadas las características de dichos documentos, suele pasar que gran cantidad de información deba condensarse en poco espacio.
Por ello, los detalles constructivos a pequeña escala o los diagramas personalizados de armado de pilares o jácenas se hacen imprescindibles, por encima de las indicaciones numéricas. Los planos deben tener toda la información posible, pero no estar abotargados ni recargados. Es preferible aumentar el número de documentos que reducirlo y encontrarse con un muro de jeroglíficos egipcios. Aquí el proyectista debe pensar en el “lector”, y debe facilitarle al máximo el proceso de comprensión del documento.
Esto ocurre en el caso, por ejemplo, de los planos de casas de dos plantas, o en proyectos más complejos como el de un edificio residencial o un hospital.
Secuenciación
Por último, aunque parezca obvio, una parte del plano se debe reservar a leyendas y carátulas para dar un orden a todo el conjunto, y, por supuesto, deben estar numerados de manera lógica, explicando el edificio como si fuese una película. Empezando por lo general y acabando en el detalle.
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