Certificado energético de hotel
en Castilla y León

El proceso para obtener un certificado energético de un hotel en la Comunidad de Castilla y León comienza con la contratación de un técnico competente, tal como un arquitecto, arquitecto técnico, ingeniero o ingeniero técnico, que esté habilitado para realizar certificaciones energéticas.



Una vez seleccionado el profesional, este se desplaza al hotel para realizar la inspección correspondiente. Durante la visita, el técnico recoge toda la información necesaria sobre las características constructivas del edificio, así como de las instalaciones térmicas (calefacción, refrigeración y producción de agua caliente sanitaria) y de iluminación. Los datos recogidos permiten al técnico evaluar la eficiencia energética del hotel mediante la aplicación de metodologías de cálculo establecidas a nivel nacional y establecer la certificación energética correspondiente.



El resultado de este análisis se plasmará en el Certificado de Eficiencia Energética (CEE), el cual incluirá una etiqueta energética similar a la de los electrodomésticos, clasificando al edificio dentro de una escala que va desde la categoría "A", para los más eficientes, hasta la "G", para los menos eficientes. Además, el certificado proporcionará recomendaciones de mejora para incrementar el nivel de eficiencia del hotel.



Una vez obtenido el certificado, el siguiente paso es proceder a su registro ante el órgano competente de la Junta de Castilla y León. El registro se realiza de forma telemática a través del portal habilitado por la Consejería de Fomento y Medio Ambiente. Es importante destacar que el registro es obligatorio y debe realizarse dentro de los diez días posteriores a la emisión del certificado.



Al finalizar el proceso de registro, se otorgará un número de referencia del certificado que garantiza su validez y autenticidad, y que será utilizado en cualquier acto de transacción inmobiliaria, ya sea compraventa o alquiler del hotel. Es esencial mantener el certificado actualizado y renovarlo cada diez años o ante cualquier reforma que implique cambios significativos en las instalaciones o en la envolvente térmica del edificio.