Hace unos días, un compañero en este mismo blog nos explicaba su manera de realizar los levantamientos de planos de casas de dos plantas. No puedo estar más de acuerdo con su visión. Pero por supuesto, en delineación (qué palabra más aséptica) funciona a la perfección el refrán español “todo maestrillo tiene su librillo”, así que intentaré dar mi punto de vista al respecto.
En todo dibujo, plano, croquis o incluso anotación que realice un profesional de la arquitectura debe apreciarse intención. La intención significa mostrar a través del dibujo más allá de lo evidente. El escritor Ernst Hemingway fue el abanderado de la teoría del iceberg, es decir, un buen escritor es el que es capaz de explicar el 90% de las cosas con el 10% de palabras. Dicho de otra manera, un buen escrito funciona como un iceberg.
Se muestra 1/10 del conjunto, pero el lector, a través de la lectura de esas palabras, intuye y puede deducir cuáles son las que conformaban el 9/10 restante que ha acabado en la papelera. Amigos, en cualquier dibujo ocurre lo mismo, y la mejor representación es la que no sólo informa con el mínimo de medios posibles, sino la que también aporta esa visión personal del autor. Tanto como si utilizamos el lápiz o el ratón, y por ende, algún programa para hacer planos de casas como el archiconocido Autocad, los incipientes softwares BIM (Revit) y mi favorito, el Microstation.
Para dibujar un plano, os explicaré diez aspectos fundamentales que, desde mi punto de vista, contribuirán no solamente a que vuestros clientes tengan en su poder algo más que “el típico plano de inmobiliaria” o peor aún, “de pura tasación”, sino un documento totalmente personal que será agradable de ver.
Soy consciente de que hay muchos clientes que no son conscientes de este esfuerzo, o directamente no desean saber nada de ese toque personal que convierte documentos despersonalizados en “algo más”, pero aún así, creo firmemente que nuestra labor como técnicos es la de ir siempre más allá de lo evidente.
- Despojad del plano de toda información superflua. Fuera batiburrillos de letras, números, leyendas dentro de plantas, acotación excesiva, repetición de palabras. Es preferible confeccionar dos planos temáticos que uno con el doble de información.
- Intentad que la información quepa en un DIN A-4. Vuestros clientes no están familiarizados con las sábanas, no con el doblaje de planos.
- La escala ideal de representación es de 1:50. Si el dibujo no cabe en la lámina, entonces la doblamos, pero no reduzcamos la escala a 1:100
- En todos los planos, indicado dónde está el norte.
- En todos los planos, dibujemos una regleta gráfica. Que se pueda medir con la vista.
- En todos los planos, indicad mediante un pequeño croquis qué parte de la vivienda (o edificio) se está representando. Este pequeño dibujito se llama “mosca”.
- Parece de Perogrullo decirlo, pero cada plano debe tener una carátula corporativa en donde se explique qué se está representando, número de plano, escala, nombre del arquitecto o empresa, etc. Los planos son tarjetas de visita, porque muchas veces se separan del documento matriz.
- Los planos deben ser en blanco y negro. No recurráis al color para diferenciar materiales, habitaciones, etc. Ése es un recurso fácil que estropea la visibilidad del conjunto. Recurrid al dibujo: tramas, pavimentos, etc. Esto es un ejemplo de cómo no hacerlo.
- Las leyendas de superficies, materiales, etc. deben situarse en composición con la carátula, no estorbar en el dibujo. Si tenéis que indicar las superficies sobre el dibujo, hacedlo de la manera más discreta posible, eso sí, dentro de un círculo.
- Y por último, dedicad tiempo a mirar revistas de arquitectura con planos realizados antes de la irrupción del ordenador y aprended de los dibujos de los grandes maestros de la arquitectura.
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