La importancia de la cubierta
La cubierta es el paramento que recibe el mayor porcentaje de radiación solar de un edificio, amén de que prácticamente durante todo el día está afectada por los rayos del Sol, en el hipotético caso de que el edificio sea completamente aislado y no existan accidentes geográficos en las proximidades. Por tanto, a la hora de proyectarla a nivel constructivo, hay que tener especial cuidado en su diseño.
Las cubiertas en edificios antiguos
Por desgracia, en edificios de muchas décadas de uso o simplemente levantados en otras épocas en donde se primaba más el automatismo de la construcción sin saber muy bien el motivo de la misma – por ejemplo, esas fachadas de medio pie de ladrillo en patios interiores de manzana, en comparación con la hoja entera de la fachada noble -, la cubierta se ejecutaba de manera negligente e incluso se eliminaban las sabias cámaras sanitarias o el forjado intermedio ventilado de las construcciones seculares, que justamente le daban mayor inercia térmica. Así pues, en la mayoría de los casos, el sándwich de cubierta era muy elemental: capa de pendientes, mortero de agarre y acabado.
El aislante térmico brillaba por su ausencia y se confiaba al doble o triple embaldosado cerámico la estanqueidad, amén de que curiosamente esa cámara de aire horizontal servía precisamente para ventilar todas las humedades producto de condensaciones o filtraciones de agua.
Sin embargo, eso no anulaba la proliferación de goteras por acumulación de líquido estancado o saturación de algún bajante con filtraciones debidas precisamente a la mala o nula impermeabilización de los elementos. En dichas cubiertas, hoy en día se antoja imprescindible intervenir para mejorar las prestaciones energéticas, pero realizarlo de manera traumática podría dañar irreversiblemente la cubierta.
Soluciones para mejorar la impermeabilización de las cubiertas
Por ello, en cuanto a la impermeabilización – que soluciona los principales problemas que se pueden dar en un potencial receptor de agua -, existen soluciones para aplicar directamente sobre la superficie de la misma: láminas bituminosas, pinturas especiales impermeabilizantes e incluso EPDM.
Cada sistema tiene sus pros y sus contras que es fácil comprobar cuando se pregunta a cada fabricante de las mil marcas que existen; pero como recomendaciones comunes, siempre se tiene que limpiar a la perfección la superficie sobre la que se ejecutará la impermeabilización y limar todas las asperezas que existan.
De la misma manera, se ha de prestar especial atención en los encuentros entre la cubierta y los elementos salientes de la misma, como chimeneas, muros perimetrales, rejillas de desagües, etc. Evidentemente la colocación del elemento escogido debe ser realizada por profesionales especializados, porque una instalación propia amateur podría anular todos los efectos beneficiosos de la propia impermeabilización.
Cuántas veces se ha tirado el dinero a la basura porque en su día no se prestó atención a aquella piedrecita que acabó agujereando la lámina ante las repetidas pisadas, o se ejecutaron de manera deficiente los solapes con los paramentos, o bien dichos solapes no cumplían las dimensiones mínimas, etc.
En definitiva, impermeabilizar una cubierta sin levantar el suelo es posible en la mayor parte de las ocasiones, pero se recomienda siempre realizar la obra recurriendo a profesionales especializados, y si es posible, que pertenezcan a la plantilla de la misma empresa que comercialice o fabrique el producto e instalación del impermeabilizante.