¿Cuál es el origen de las humedades en una vivienda?
El Código Técnico de la Edificación (CTE), mediante el Documento Básico DB HS Salubridad, recoge como exigencia básica de toda edificación que se limite el riesgo previsible de presencia inadecuada de agua o humedad en el interior de los edificios y en sus cerramientos. Para ello, indica que hay que disponer los medios oportunos para impedir la penetración del agua o, en su caso, permitir su evacuación. Señala, además, que hay que tener en cuenta que ese agua puede proceder de precipitaciones atmosféricas, de escorrentías, del terreno, o de condensaciones, por lo que son susceptibles de aparición de humedades tanto los muros y suelos en contacto con el terreno, como los cerramientos en contacto con el aire exterior.
Así pues, el origen de las humedades está ligado, evidentemente, a la presencia de agua; pero también a las características constructivas de los edificios (no hay que olvidar que la mayoría de los materiales de construcción son porosos y, por ello, hay que utilizar elementos impermeabilizantes que aíslen muros, suelos, fachadas y cubiertas) y sus condiciones de uso (es necesaria una correcta ventilación de los espacios interiores) y mantenimiento.
¿Qué tipos de humedades hay?
De acuerdo con lo que se ha expuesto, se puede hablar de la existencia de tres tipos de humedad: humedad por infiltración (generalmente vinculada a agua procedente de precipitaciones o escorrentías; pero también a agua del terreno o freática), humedad por capilaridad (asociada a agua del terreno) y humedad por condensación (ligada a la presencia de agua ambiental, por saturación del aire).
La humedad por infiltración
Este tipo de humedad suele aparecer en las plantas bajo cubierta, en plantas bajas y en garajes. Aparece por penetración directa del agua a través de fisuras localizadas (el caso más habitual si se trata de cubiertas inclinadas) o a través de los poros, de forma más generalizada (cuando el problema tiene que ver con una mala impermeabilización, caso típico de muros de garajes y plantas bajas, así como de forjados de cubiertas planas).
Este tipo de humedad se hace más patente coincidiendo con periodos de lluvias intensas y/o prolongadas. Es habitual que aparezca en los paramentos de muros en contacto directo con el terreno (se habla entonces de infiltración lateral) por acción del ascenso en el nivel freático como consecuencia de las precipitaciones.
Este tipo de humedad resulta muy perjudicial para las viviendas, pues los caudales de agua pueden resultar más que significativos, provocando una rápida degradación de los revestimientos de paredes y techos. Además, en el caso de la infiltración lateral, el agua penetra arrastrando sales disueltas, lo cual hace que actúe como un agente muy agresivo para los materiales constructivos de los muros (en especial para las armaduras, si se trata de elementos de hormigón armado), lo cual puede ocasionar daños estructurales.
La solución de este tipo de humedad pasa por actuar sobre la impermeabilización existente, reparándola o implementando una más apropiada.
La humedad por capilaridad
La capilaridad es una propiedad de los fluidos, dependiente de su tensión superficial, que hace que puedan ascender a través de lo que se conoce como tubos capilares. El agua es un fluido con una elevada tensión superficial, que le confiere esa capacidad de ascenso. Por su parte, los poros existentes en materiales tales como los ladrillos o el mortero pueden constituir, al estar conectados entre sí, auténticas redes capilares.
La humedad por capilaridad es propia de plantas bajas y sótanos y tiene su origen en el agua del terreno, que asciende a través de los materiales porosos de las paredes hasta alcanzar una altura máxima (tanto mayor cuanto menor sea el tamaño del diámetro de los tubos capilares), que rara vez sobrepasa el metro y medio de altura. El agua que asciende colmata las redes de poros y, si éstas están conectadas con la atmósfera, se evapora lentamente, depositando sobre la superficie de las paredes las sales higroscópicas que pudiera arrastrar.
El fenómeno de la capilaridad se hace más intenso tras los días de lluvia, pues la humedad en el terreno natural aumenta y puede hacer que incremente el nivel freático por encima de las cotas de cimentación, favoreciendo el ascenso del agua a través de los paramentos. A diferencia del caso de las infiltraciones, en las que el agua aflora al exterior de forma palpable, la humedad por capilaridad sólo se manifiesta por las eflorescencias de las paredes y por la aparición de manchas oscuras (hongos), en aquellos casos en que la capilaridad es muy intensa (cuando los materiales son muy porosos y no existen elementos que aíslen los muros de la humedad del terreno).
Este tipo de humedad ocasiona deterioros en los revestimientos de las paredes (desprendimiento de pinturas y revoques); pero, además de ese evidente daño estético, al igual que en el caso de las infiltraciones, puede generar problemas estructurales. Y lo que es más serio, puede derivar en un serio peligro para la salud, con la posibilidad de trastornos en las vías respiratorias por la aparición de mohos.
De nuevo, la solución de este tipo de humedad pasa por actuar sobre la impermeabilización, aunque complementariamente, se pueden emplear técnicas para mitigar el fenómeno de la capilaridad, como por ejemplo, introduciendo cámaras de ventilación.
La humedad por condensación
La condensación es un fenómeno que se produce en ambientes en que la cantidad de vapor de agua en el aire acaba por saturarlo, pasando a fase líquida. Este cambio de fase se manifiesta en los lugares más fríos de la vivienda, como, por ejemplo, en los cristales de las ventanas. La presencia de pequeñas gotas de agua en ventanas y azulejos es un claro síntoma de problemas de condensación, y éstos pueden afectar también a muros y techos, provocando la aparición de manchas de humedad y la proliferación de hongos.
La causa de la condensación es la mala ventilación y, al contrario que en los dos casos anteriores, la existencia de un aislamiento excesivo. La solución a este tipo de humedad resulta más sencilla a priori, y pasa por mejorar las condiciones de ventilación de la vivienda o de las estancias afectadas.
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