Una piscina de agua salada supone todo un avance en el sector gracias a sus llamativos beneficios en materia de ahorro, salud y medioambiente.

Con el verano apunto de enfilar su recta final toca hacer balance. Esta vez, nos fijamos en las piscinas y cómo lograr que éstas sean más eficientes y confortables.
Seguramente, a lo largo de estas últimas semanas habrás tenido la oportunidad de darte un chapuzón en alguna de las piscinas, públicas o privadas, que has visitado. Si es así, habrás notado ese olor tan característico que deja el cloro de estas piscinas en el ambiente, por no hablar de la irritación que produce en nuestro cuerpo y, sobretodo, en nuestros ojos.

La situación se agrava si, además, el mantenimiento de dicha piscina corre a nuestro cargo o al de la comunidad de propietarios a la que pertenecemos, y es que el enorme gasto que supone la utilización de productos para mantener el agua de las piscinas no es asunto baladí. Esta situación, que ya la hemos asimilado como algo natural, no lo es en absoluto y tiene una solución: piscinas de agua salada.

Aunque pueda parecer un invento reciente y de dudosa eficacia lo cierto es que las piscinas de agua salada ya se comercializan desde hace años y sus beneficios respecto a las convencionales de cloro están más que demostrados.

Funcionamiento de las piscinas de agua salada

El funcionamiento de estas piscinas resulta de un proceso de lo más sencillo. Una vez tengamos acondicionada nuestra piscina con un clorador salino solo deberemos verter la sal en el dispositivo para que éste la convierta automáticamente en hipoclorito sódico, un cloro gaseoso que elimina las impurezas del agua como lo hace el cloro convencional. La buena noticia es que este tipo de cloro vuelve a convertirse en sal una vez se descomponga, de manera que se cierra el ciclo y el funcionamiento de este sistema entra en bucle.

Cómo se mantienen las piscinas de agua salada

En el mantenimiento de este tipo de piscinas se encuentra uno de los mejores argumentos a su favor, y es que podríamos decir que su conservación se hace prácticamente sola. Es cierto que la instalación de una piscina de agua salada puede conllevar una inversión inicial superior a la de una piscina de cloro, pero una vez instalada el ahorro en personal y productos químicos será constante.

Salvo deficiencias en el sistema, la única acción que hay que llevar a cabo es la de verter sal al deposito, mucho más barata que el cloro, para que se convierta en hipoclorito sódico y comience el ciclo que hemos señalado más arriba. Además, solo habrá que añadir sal en muy pocas ocasiones, ya que ésta no desaparece de la piscina salvo que se originen pequeñas fugas. Por lo demás, la piscina de agua salada requerirá los mismos cuidados que una normal, como la utilización de limpiafondos o el mantenimiento de los filtros.

Ventajas principales

Las virtudes más elogiadas de las piscinas de agua salada son las que inciden positivamente en el medioambiente, la salud de sus usuarios y en su mantenimiento.

Medioambiente

Cómo hemos comentado en su funcionamiento, el uso de agentes químicos para mantener el buen estado de la piscina es mínimo  y, además, gracias a las propiedades del cloro que se usa su regeneración es constante.

Todo ello supone un mejora sustancial en materia de sostenibilidad con respecto a las piscina habituales.

Salud

Quizá sea el asunto sobre el qué más incidencia tienen las piscinas de agua salada y la razón por la cuál se están popularizando tanto en los últimos años. En primer lugar la sensación de baño que experimenta el usuario resulta mucho más agradable ya que la primera impresión que genera al tacto es la de un agua más suave y ligera y sin el desagradable olor a cloro. Aunque es cierto que en esto entran en juego las manías y preferencias de cada bañista.

El segundo beneficio sí que afecta a la totalidad de los usuarios y consiste en la desaparición del picor que genera el cloro en nuestros ojos, sobretodo si buceamos con ellos abiertos. A ello hay que sumarle la irritación que produce el agua de piscinas de cloro cuando se alteran los valores en la piel de  todo tipo de personas, sobretodo en las que tienen mayor sensibilidad. Además, hay que resaltar que la sal utilizada no es, ni muchísimo menos, la que te puedes encontrar en el mar. De hecho, lo normal es que sea una décima parte de ésta.

Ahorro

Por último hay que hacer hincapié en el mantenimiento de las piscinas de agua salada y el ahorro que conllevan. Ya hemos indicado que una vez vertamos la sal recomendada el proceso se regenerará y solo habrá que añadir pequeñas dosis en función de los escapes de agua que se produzcan. Con esto, además de reducir en gran medida nuestro gasto en productos químicos para el mantenimiento de nuestra piscina, los costes derivados de personal encargados de mantener los niveles idóneos de cloro en la piscina desaparecerán.

Y tú, ¿ya te has bañado en una piscina de agua salada? Cuéntanos tú experiencia. 😉

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