Materiales de construcción
Los materiales de construcción no son entes individuales, sino que deben cooperar entre sí para ofrecer el mejor resultado de cara a la estabilidad, funcionalidad, confort, estética y, por supuesto, eficiencia energética. Imaginemos que un excéntrico nos regala diez mil ladrillos y cien metros cuadrados de vidrio y nos pide edificarle una vivienda con solamente esos ingredientes. Ladrillo y vidrio.
Las soluciones podrían ser de los más variopintas, pero de cara a la eficiencia energética, si debemos utilizar todo el vidrio, tendremos evidentes problemas de estanqueidad, porque si no disponemos de marcos que actúen de intermediarios entre el ladrillo y lo transparente, los puentes térmicos serán muy considerables.
Vuelvo a recurrir al ejemplo del señor que va por una calle de Moscú a -20 grados ataviado con un abrigo multicapa, pero se ha olvidado los pantalones en casa. Tendrá un frío intenso, ¿verdad? Porque las piernas al aire son puentes térmicos.
Puentes térmicos y transmitancia
Es evidente que cada material tiene su propio valor de transmitancia que hay que conocer para proyectar, pero más evidente es todavía que es la combinación de los materiales y de las transmitancias la que ofrece las mayores posibilidades de cara a la eficiencia energética.
Así pues, recurriendo un poco a la historia, nos hallamos con los muros gruesísimos de los castillos o de las casas cueva, cuyo espesor es motivo suficiente para asegurar en el interior una temperatura casi constante con una aportación energética mínima. Pero no es lo habitual, por motivos de coste y espacio.
Por ello, la fachada ventilada, puesta de moda a principios de los años 90, no es sino el resultado de la reducción a 30 centímetros de grosor la idea de la casa cueva, pero recurriendo a tres materiales: el ladrillo, el aire (de la cámara de aire) y el aislamiento térmico. Esos tres materiales por sí solos aíslan poco – salvando que el aislamiento térmico es simplemente un contenedor de aire similar a una manta -, pero en combinación, son terriblemente eficaces.
Solamente tiene sentido en hablar de diferentes aislantes térmicos y sus transmitancias cuando se encuentran en el mismo tipo de cerramientos, con los mismos materiales y grosores. Poco sentido tendría hablar de diferentes aislantes comparando fachadas de una hoja de espesor con otras de dos hojas con cámara de aire, análogamente al intento de sumar peras y manzanas. La solución correcta para realizar un cálculo personalizado de cuánto aisla un conjunto de elementos es calculándolo meticulosamente y entonces compararlo a otro conjunto de elementos diferente.
La eficiencia energética de los materiales
Entonces sí podríamos establecer – por ejemplo – que la fachada de un castillo aisla más que el más moderno muro ventilado y dilucidar si tenemos los medios económicos para ejecutar una opción por encima de la otra. Porque no nos engañemos, si la eficiencia energética de dos conjuntos de materiales son muy similares, entonces la decisión final residirá en la economía, estética, espacio disponible o incluso percepción subjetiva del cliente de lo que es confortable o no. Pero siempre hay que tener en cuenta el componente energético antes de todo el resto de reflexiones, algo que se debería implantar a fuego en las escuelas de arquitectura.
Y, por último, el componente económico es importante, pero lo es mucho más la amortización del dispendio inicial, algo en que hace especial incidencia el programa estrella de certificación energética y que – por desgracia – aún no es obligatorio aplicar en el informe. Tal vez, si los clientes viesen con números – que es casi lo único que les importa a la mayoría – que una vivienda con letra baja de calificación energética o una medida de mejora de tantos euros suponen a la larga un ahorro de 10x euros, cambiaría su percepción de que el certificado energético es por ahora una medida molesta que solamente les hace gastar dinero.