Los usuarios de edificios públicos y privados, de manera lenta pero inexorable, cada vez se van dando más cuenta de lo importante que es la gestión energética a la hora de pagar menos luz y para ahorrar miles de euros en las facturas de suministros, sobre todo de electricidad.
El Real Decreto 244/2019 establece los términos y las condiciones para la instalación de sistemas de autoconsumo y define las modalidades de autoconsumo, como el autoconsumo sin excedentes y el autoconsumo con excedentes, en función de si se vierte energía a la red eléctrica.
En lo que se refiere a viviendas, la conciencia no suele darse hasta que cada dos meses llega el cobro de las facturas, con lo cual el impacto del cabreo inicial queda mitigado por los buenos propósitos de enmienda para los siguientes dos meses, en los que casi siempre se vuelve a hacer un uso poco responsable de los recursos después del tirón inicial. Hasta que llega la siguiente factura.
¿Pagar menos luz? Ahorro a coste cero
Y es que, tanto en edificios públicos como en privados, pagar menos luz en tu factura se puede lograr con medidas de coste cero o muy bajo. Estas medidas se llaman “gestión energética de los edificios” y son el primer y amplio paso hacia el ahorro. En primer lugar, para averiguar por dónde se nos va el chorro de energía que nos sablea las cuentas corrientes, la monitorización digital es una gran ayuda.
Consiste en la disposición estratégica de medidores de consumo en los ramales más característicos del edificio. Dichos contadores digitales instalados para la ocasión envían datos a un ordenador, que es el que controla y cuantifica los consumos por minuto, hora, día y mes. El programa de monitorización puede configurarse a gusto del consumidor.
Así, por ejemplo, en un edificio público perteneciente a la administración, podemos averiguar si los talleres o las oficinas son los más derrochadores, o bien el gasto excesivo viene de la sala de atención al público. Puede optarse por la instalación de un contador digital que se va rotando cada mes dentro del edificio, o por la instalación simultánea de lectores para ofrecer una visión cruzada de datos. La decisión suele tener que ver con la disponibilidad económica del usuario. El contador es un aparato digital para pagar menos luz, ni más ni menos.
Medidas de mejora
Después de la fase de análisis del gasto, viene la fase de análisis de la monitorización y la toma de decisiones de ahorro en forma de medidas. Puede redactarse un manual de buen uso de las instalaciones para los habitantes o trabajadores del inmueble que incluya instrucciones sobre el uso del stand by de los ordenadores (una lista de consejos y trucos para pagar menos luz):
La obligación de colocar termostatos que regulen las temperaturas máximas y mínimas, el control del asoleo mediante dispositivos arquitectónicos, el control de la iluminación, sobre todo nocturna, la instalación de domótica con encendido y apagado automático de luces, la configuración de horarios de trabajo en consonancia con las horas solares efectivas, la instalación de patios de luces con espejos reflectantes para evitar la perenne iluminación artificial en estancias que no den al exterior.
Pero lo que más hay que tener en cuenta que – sobre todo en el caso de los edificios públicos -, hay que lograr un amplio entendimiento entre todas las partes implicadas y debe presidir la buena voluntad a la hora de aplicarse las medidas correctoras de ahorro de energía sin que parezca que se esté sermoneando a la gente. Con la colaboración de gran parte de los habitantes de un edificio público o privado, se pueden conseguir ahorros de 20.000 euros anuales para una superficie útil de 5000 metros cuadrados. Imagínense en el caso de una institución lo que puede suponer tener ese remanente, y no digamos una comunidad de propietarios que deba hacer frente a una derrama inesperada.
La arquitectura como medida de mejora
No debemos olvidar que, aparte de las medidas de coste cero – las más interesantes sin duda bajo el punto de vista económico -, el ahorro energético viene dado por un correcto diseño de los componentes del edificio que dividan exterior e interior. Aquí nos tenemos que acordar de las medidas de mejora que se tienen que proponer en los certificados energéticos o ITEs, que suponen una inversión inicial que será amortizable en un determinado número de años.
Por tanto, es importante cuantificar las obras de rehabilitación energética desde el punto de vista de la amortización, más que el de la inversión económica. Pongamos un ejemplo ficticio pero muy significativo: ¿preferimos gastar 10.000 euros y amortizarlos en un año, o gastar 5000 euros y amortizarlos en cinco años?
La conciencia del ahorro
Por último, tenemos que tener en cuenta que existe una parte de la energía contratada que no vamos a utilizar en la mayor parte del tiempo: solamente nos hará falta ese margen en momentos muy puntuales. En ese sentido, debemos analizar si nos vale la pena contratar una alta potencia para que podamos tener varios electrodomésticos funcionando a la vez, o un ahorro de varios ceros nos empujaría a programar de manera más racional el uso de los aparatos. Lo mismo sucede en los edificios públicos, en los que se tiende a maximizar esta tendencia.
El buen diseño y configuración de los ramales eléctricos es otra de las claves para evitar el chorreo eléctrico, y aquí volvemos a insistir en la monitorización para averiguar por dónde está el agujero de energía. Probablemente la solución esté en que un ramal eléctrico tenga un uso, y no sirva a varias dependencias a la vez que tengan una función distinta, o incluso opuesta. Reducir el coste de la luz es, en definitiva, un ejercicio de imaginación y sobre todo, de compromiso personal y colectivo.