Las bombillas halógenas fueron retiradas del mercado definitivamente el 1 de septiembre de 2018, siendo esta la tercera fase de un plan que comenzó el 1 de enero de 2016. Esto responde a una orden de la Comisión Europea para cumplir con los acuerdos de Kioto y mejorar la eficiencia energética reduciendo las emisiones de CO2 en todo el mundo. En este post explicaremos de qué forma es más eficiente el LED que la bombilla halógena.

Sistemas de iluminación

Mucho se habla en la actualidad de la conveniencia o no de ciertos sistemas de iluminación, y comúnmente se ha llegado al consenso de que las bombillas incandescentes ya no pueden volver al panorama cotidiano por antiecológicas y derrochadoras. Eso es cierto, pero como ocurre en cualquier estudio técnico que se realice con rigor, las opiniones tienen que venir acompañadas de datos objetivos.

Para empezar, existe un término llamado VEEI (valor eficiencia energética iluminación). Más que limitar la iluminación, controla la energía gastada en la iluminación. El Código Técnico de la Edificación es muy severo en ese sentido, lo que, para empezar nos da una pauta: los sistemas indirectos de iluminación pronto pasarán a la historia.

Así pues, tenemos la primera teoría: más que el estudio del tipo de luminaria en sí, hay que prestar atención a la distribución de las mismas y a la configuración arquitectónica del recinto en donde se hallan para ver si realmente son útiles o no.

Por poner un ejemplo que figura en todos los manuales básicos: es incomprensible que la iluminación de un túnel de noche sea mayor que la iluminación del mismo túnel de día (práctica muy extendida), ya que el contraste lumínico entre el interior y exterior del túnel es muchísimo mayor de día que de noche, y para equilibrar dicha diferencia pasmosa, precisamente se debería reforzar en gran cantidad la iluminación de los dos o tres primeros centenares de metros del tramo cubierto.

Iluminación Led vs Halógeno

El LED es un diodo emisor de luz. Su encendido es instantáneo, que se puede producir en muchísimas ocasiones seguidas sin desgaste alguno, o al menos eso es lo que aseguran los fabricantes. Si los comparamos en este sentido a los halogenuros, la ventaja es evidente, ya que los últimos se tienen que enfriar cuando se apagan.

Si nos atenemos a la potencia, el halógeno gana a los LEDs, porque los últimos no sobrepasan en la actualidad los cinco watios, y si queremos iluminar una zona amplia, necesitaremos una gran cantidad de unidades.

Si nos fijamos en el rendimiento, el LED está en un 5%-10% y el halógeno en un 2-3%, por lo tanto en teoría el primero desempata de nuevo, pero, como siempre, debemos ir con cautela. Tal vez la luz que nos produzca un halógeno determinado nos convenga más que la de un LED para la zona que queremos iluminar (por ejemplo, hasta hace bien poco, los LEDs no daban luz blanca), así que de nuevo dependemos del proyecto lumínico para realizar un balance global de la situación.

Por otra parte, el confort lumínico también cuenta. No es de extrañar que nadie ilumine sus viviendas con al tipo de lámpara de mayor rendimiento que existe, la de vapor sodio (valores del 15%-30%), porque su luz es la de las autopistas.

Vida media de las bombillas

Por último, en cuanto a la vida media de LEDs, podemos acercarnos hasta las 50.000 horas, aunque algunos fabricantes puedan sobredimensionar los valores como pasa en los fluorescentes, que según profesionales del sector, pueden arribar a las 80.000 horas de uso.

En este sentido, el halógeno va parejo al led, quizás un punto por debajo, pero debemos indicar que también hay que tener en cuenta la curva de rendimiento, y es que una bombilla LED muy usada, próxima a la barrera de las 50.000 horas, tiene un 30% de rendimiento menos que una nueva. Se da el caso en algunos proyectos de iluminación que se sobredimensiona la misma en ese mismo 30% para paliar esa deficiencia.

Como apunte final, reiteramos que el escoger un LED o un halógeno dependerá del tipo de luz que queramos para un recinto e incluso su lumenera, que es el paramento que tapa la bombilla, no solamente de los valores intrínsecos de rendimiento y el VEEI. Debemos considerar el confort como variable fundamental en la ecuación total.

Y, por último, una buena gestión energética de la iluminación con sensores de movimiento o buenas prácticas de ahorro serán las que realmente refuercen la idea de que “la mejor energía es la que no se gasta”, por encima de pelearse por dos o tres grados más de rendimiento.

Las bombillas halógenas se dejaron de fabricar en septiembre en 2016 y a lo largo de 2017 se prohibirán también los focos halógenos, por lo tanto se retirarán del mercado una vez se agoten los stock que se encuentran en las tiendas.

Alejandro Darias Mateos
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