Hace más de veinte años, cuando me iniciaba en la andadura profesional, me tocó realizar unos levantamientos de planos de varias viviendas del Casco Antiguo de Barcelona que iban a ser derribadas para la ampliación del Mercado de Santa Caterina (diseñado por Enric Miralles).
Fueron mis primeras andanzas a pie de calle, pero recuerdo especialmente que el muestrario de plantas de todos los pisos que medimos y pasamos a plano mediante el AutoCad no sumaba ningún ángulo recto.
Sí, fue un trabajo de auténtico crucigrama y trigonometría, en el que los conocimientos angulares tuvieron por fin que ser puestos a prueba después de todo lo que nos habíamos quejado de algunas asignaturas de Matemáticas o Física al inicio de la carrera.
Conseguimos plasmar para la posteridad la distribución de las viviendas gracias a la suma de cintas métricas y la aplicación de triangulaciones que no tendrían nada que envidiar a las que empleaban los tres rusos y los tres ingleses de la novela de Julio Verne. Nada más que metros y cerebro.
Ni siquiera contábamos con la ayuda del Portal de la Dirección General del Catastro, porque Internet estaba en pañales y era algo bastante inaccesible para los mortales.
Pero hoy en día, y desde hace muchos años, está totalmente normalizado el uso de distanciómetros. Aunque se dividen en dos tipos (por ultrasonidos y por láser), el utilizado por los profesionales de la construcción es el láser, ya que los ultrasonidos pueden presentar algunos problemas a la hora de toparse con obstáculos sólidos.
Funcionamiento del medidor láser
Un láser común indica con precisiones milimétricas la distancia entre dos puntos: se apoya la base del aparato en el plano de uno de los puntos del segmento a medir, y se proyecta la luz del láser sobre el otro punto (o sobre el plano que contenga el otro punto).
El punto rojo resultante del puntero láser nos da sin problemas la situación del fin del segmento. Esta operación se repetirá cuantas veces sean necesarias hasta conformar todos los polígonos que definan el objeto arquitectónico.
Los distanciómetros tienen, aparte de la básica, otras funciones incorporadas, y seremos los usuarios quienes determinemos la compra del dispositivo en función de las que utilicemos con más frecuencia.
Otras funciones del medidor láser
A mí me basta y sobra con el medidor de segmentos elemental, porque el cálculo de volúmenes, superficies o ángulos lo suelo realizar con la ayuda de programas como AutoCad o Microstation o las tablas Excel.
Sin embargo, en un momento dado sería muy útil medir un ángulo en superficies trapezoidales como las de las viviendas del Casco Antiguo de Barcelona para tener referencias de apoyo al dibujo.
Pese a todo soy totalmente partidario de confiar a las matemáticas y al ingenio la medición de elementos irregulares, que siempre es más precisa y nos hace más partícipes del proceso.
Mantenimiento del medidor láser
Un distanciómetro láser tipo suele funcionar con pilas. Las pilas alcalinas te asegurarán una media de 3000 mediciones, y son preferibles a llegar a 1000 con suerte utilizando otro tipo de baterías.
Recurramos a las matemáticas: para medir una vivienda tipo de 80 metros cuadrados normalmente se necesitan entre 50 y 100 puntos de medición, así que una recarga te aseguraría 45 levantamientos. En el otro caso no te llegarían a 15.
Es bastante poco profesional quedarse sin batería en medio de una visita de toma de datos y no disponer de pilas de repuesto “porque confiábamos en la suerte”.
Un distanciómetro en el móvil
En la actualidad existen aplicaciones para teléfonos móviles que incluyen el distanciómetro (como la brújula), pero a pesar de que puedan ser muy útiles, aún no puedo recomendarlas por encima de los dispositivos independientes.
El teléfono móvil está muy sujeto a accidentes por su uso casi constante, y no está de más que se transforme en un dispositivo auxiliar por si nos falla el distanciómetro normal, pero no conviene confiarle todas las funciones de nuestra profesión.