Lo primero vamos a definir qué es la inercia térmica. La inercia térmica es una propiedad de los materiales que nos indica cuánta cantidad de calor puede conservar un cuerpo y a qué velocidad lo cede o lo conserva. Traducido a la construcción podemos deducir inmediatamente que es algo así como que la masa de la vivienda capta la energía y la va liberando progresivamente a medida que pasa el tiempo.

¿Porqué es importante para una vivienda esto?

Porque la inercia térmica va a mejorar el comportamiento térmico de los edificios. Esto es así porque realmente hace de colchón amortiguador de los cambios bruscos de temperatura. Todos sabemos que en las casas de adobe de los pueblos castellanos o andaluces con unas temperaturas extremas exteriores se conservan frescas las viviendas.

Inercia térmica aplicada en la construcción

Durante muchas décadas se ha construido en nuestro país sin tener en cuenta esto (el boom del ladrillo) con una construcción que básicamente podríamos simplificar como ladrillo cara vista y cámara de aislamiento. Es hoy en día cuando se tiene en cuenta de nuevo las características de los materiales para hacer los edificios más eficientes. Edificios que van a absorber calor por el día para irlo aportando durante la noche de tal forma que necesiten menor energía tanto para calefactar como para refrigerar.

En España, con la entrada en vigor del Código Técnico de la Edificación en el año 2006 como por su modificación en el año 2013, se obliga a un determinado tipo de construcción que va a aprovechar esta característica de los materiales.

Calculo de la calificación energética, importancia de tipo de construcción

Cuando actualmente calculamos la calificación energética con los programas homologados, tanto CE3X, como CE3 o HULC, tenemos que tener en cuenta la envolvente del edificio. Esto podríamos verlo algo así como la "piel del edificio". La piel del edificio será tanto la cubierta, fachadas exteriores, soleras, etc.

Esta “piel” del edificio la hemos de definir en los programas con la mayor exactitud posible, ya que en función de las características de los materiales que el técnico introduzca el programa, leyendo su amplísima base de datos, interpreta las distintas inercias térmicas de los materiales, y lo traduce a un dato de transmisión térmica.

Por ellos cuando los técnicos realizan un certificado energético tendrán tres formas distintas de introducir los cerramientos:

  • Por defecto: cuando un técnico está introduciendo los datos del cerramiento y, o bien por falta de experiencia o bien porque no lo sabe selecciona la opción "por defecto" el programa va a entender que en función de la fecha de construcción se construía de una determinada forma y lo va a traducir en un una transmisión térmica. El problema de introducir los datos de esta forma es que vamos “a mínimos”, y probablemente la calificación sea inferior a la que obtenemos cuando usamos uno de los otros métodos
  • Estimadas: Al introducir los datos como "estimados" el programa nos guía, e interpreta también cuál será la transmisión térmica. En base a unas preguntas como fecha de construcción de la vivienda, si creemos o no que tiene aislamiento etc. Dará un dato de transmisión térmica.
  • Conocidas: Esta siempre será la mejor forma de introducir los datos de los cerramientos en los programas. Podemos conformar el cerramiento, ir introduciendo las capas (desde el exterior al interior).

Responsabilidad del técnico certificador

¿Qué problema nos vamos a encontrar en este caso? Un caso muy frecuente es situar el límite entre lo "estimado" y lo "conocido". Cuando realizamos, firmamos ( o/y visamos) y registramos como técnicos una evaluación energética y apuntamos un cerramiento como conocido.

¿Qué queremos decir? ¿Hemos hecho una cata en la pared, introducido una cámara y lo hemos comprobado? ¿Hemos puesto unos palpadores que nos miden la transmisión térmica del cerramiento? ¿Hemos ido al archivo municipal para consultar el expediente del edificio y hemos verificado que los datos que nos ofrecen son los que de verdad existen?

Podemos intuir que existen muchas variedades de forma de introducir los datos. De hacerlo de una forma a otra dependerá la calificación energética que pueda obtener el edificio. Podemos provocar con la decisión que tomemos que la vivienda o el edificio pase de una letra E a una letra D variando los cerramientos, o que pase de una letra D a una C, lo que implícitamente quiere decir que estamos variando la transmisión térmica de la vivienda. Todo ello se traduce como resumen es que la inercia térmica y la traducción de la misma a transmisión térmica provoca que sea un ejercicio de responsabilidad del técnico el considerarlo, estimarlo, hallarlo o descubrirlo.

Como cliente hemos de solicitar que el técnico nos explique cómo lo va a calcular y en qué se va a traducir y como técnico no hemos de olvidar la responsabilidad de un trabajo técnico y la búsqueda de información. Esta información podrá ser buscada por nuestros propios medios (archivos municipales o mediante herramientas apropiadas como palpadores o cámaras termográficas) o aportada por el cliente en la memoria de calidad que tendrá el cliente en propiedad.

Marta Palacios Larrañaga
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