Como en casa en ningún sitio
Nuestra vivienda es nuestro sancta sanctorum. Por ello cualquier cosa que altere la armonía de nuestro sancta sanctorum puede originarnos los mayores quebraderos de cabeza que uno se pueda imaginar. En este sentido, desengañémonos. Tanto en vivienda nueva como en vivienda usada las posibilidades de encontrarnos con un problema constructivo son similares, aunque parezca extraño.
Se supone que la vivienda nueva cuenta encima con el respaldo del Código Técnico de la Edificación, lo que inevitablemente le da ese plus de garantía, pero olvidamos en muchas ocasiones que – por desgracia – la mano de obra ha tendido a ser menos cualificada que antes y los tiempos de ejecución de las construcciones se han acelerado, lo que ha ocasionado que los mayores esfuerzos se dediquen a llegar a tiempo para la foto y esconder todos los defectos de la obra bajo la alfombra.
Elegir bien una casa, un hogar
En resumen: tanto si vamos a comprar vivienda usada como vivienda nueva, hay que tener los ojos bien abiertos. Es cierto que en vivienda nueva no existirán apenas los sempiternos problemas de estanqueidad de las paredes de una hoja de construcciones de los años 60 del siglo pasado, ni las ventanas serán meros artilugios por los que la luz pasa, pero precisamente por la novedad de muchos sistemas constructivos empleados, ahora están empezando a surgir problemas propios de ellos para los que se está generando un solucionario tan joven como un bebé.
Esto ocurrió hace décadas con la aluminosis (solamente en los 80 empezó a descubrirse dónde estaba el origen del mal), y en la actualidad está pasando con los sistemas SATE (aislamiento térmico en el exterior de las fachadas), que están en bastantes casos presentando problemas de adherencia.
No debemos olvidar que hay fallos flagrantes en muchas viviendas de nueva promoción que nos hacen pensar a los especialistas de que no hubo mucha mano izquierda en la gestación del proyecto y simplemente sí una intención de cumplir con el expediente y poco más.
Por ejemplo, yo me sigo encontrando en viviendas del año 2000 con fachadas a patios de luces de 15 centímetros, sin cámara de aire ni aislamiento térmico, cuando esa fachada es tan exterior como las otras que sí dan la cara al público. Cierto que no aguantan las mismas inclemencias del tiempo, pero son exteriores. ¿Por qué se tratan como dos tabiques sumados? Imposible hallar la respuesta. O de forjados que para hacer bonito siguen traspasando todo el edificio y paran en la línea exterior, con los consabidos acueductos térmicos. O balcones excesivos…en fin, la lista es interminable.
Información importante del inmueble
En todo caso, cuando se va a comprar una vivienda, se debe recabar el máximo posible de información de la misma.
Planos (cuanto más detallados, mejor, y no dudemos en pedir el proyecto ejecutivo, porque el comprador paga también eso porque los honorarios del arquitecto están incluidos en el Precio de Ejecución), memoria constructiva y de materiales, calidades, certificado energético, cédula de habitabilidad, inspección técnica de edificios, datos urbanísticos, etc.
Aparte de recabar información de la constructora (si la hay), del barrio, de los edificios colindantes; y analizar con el asesoramiento de un técnico lo que no se ve, es decir, normativas urbanísticas, servidumbres, detección de defectos ocultos. Siempre es mejor, ante cualquier duda razonable de que no se está siendo lo suficientemente transparente, desistir de nuestra casa de los sueños, que enseguida aparecerá otra que ocupe el trono vacante. Hay días como longanizas.
Desgraciadamente – y esto es algo que tengo asumido por los numerosos comentarios que me hacen mis clientes – se recurre a los técnicos a posteriori de la aparición del problema, y no para prevenirlo. Ya decían que más vale prevenir que curar. Por ello, lo mejor es conocer todos los trámites que tenemos que hacer antes de comprar una vivienda.