Planos a mano
A principios de los años 90, se empezó a germinar el boom de la informática relacionada con la representación arquitectónica. Algunos nos subimos al tren relativamente temprano, otros se unieron más tarde, otros, como los galos irreductibles de Astérix y Obélix, intentaron resistir hasta el final sin sucumbir a los encantos informáticos. Mítica fue la presentación de un Proyecto Fin de Carrera el día de mi “coronación” como arquitecto en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona, en la que un compañero en pleno inicio del nuevo milenio presentó con valentía tropecientos planos dibujados a Rotring, que contrastaban en medio de las florituras y tatachines 3D de la mayoría de los presentes. El jefe del tribunal lo alabó efusivamente, por cierto.
Pero no podemos negar que estamos en 2016 y que la época de los “galos irreductibles” ha pasado a la hora de realizar presentaciones. Ojo, no para proyectar. El croquis, manchar papeles, embadurnarse los dedos de grafito, de tinta o de pegamento de maqueta; son imprescindibles en el proceso de proyecto. Pero está claro que una vez hemos pasado del embrión a un elemento más tangible, con medidas y criterio, es la hora de utilizar el ordenador para hacer buena la cita del maestro Alvar Aalto, que decía que “su módulo era el milímetro”. Y en este estado de cosas, hay que tomar una decisión clave:
¿Qué programa utilizamos?
Está la opción del AutoCad, que es con diferencia el programa más usado en representación arquitectónica. Con el AutoCad ocurre como con el CE3X, programa estrella de la certificación energética, su fama está tan extendida que hasta los profanos en la materia lo conocen, y tal vez por ello eclipsa otras posibilidades. Pero sin duda se trata de una excelente opción para dibujo automatizado, y su matriz de Render sirve para montar el primer esqueleto de algún plano de casas 3D que nos puedan encargar.
Mi experiencia de muchos años en la disciplina del urbanismo me enseñó que para dibujos a gran escala, el AutoCad se quedaba algo atrás, y descubrí el Microstation, un programa que basa en la ágil gestión de capas de dibujos enormes su principal ventaja. Así que en planes urbanísticos de hectáreas y hectáreas de superficie, el Microstation las gestionaba como si fuesen metros cuadrados, con la ventaja de que este programa también puede perfectamente utilizarse para mediana y pequeña escala, además de que es bastante más intuitivo a mi entender que el Autocad o ArchiCad, y en un par de días – sin tutoriales – puedes hacerte con las riendas del mismo. Es mi programa favorito con diferencia y me sorprende lo poco conocido que es en círculos profesionales externos al urbanismo.
Y, como suele suceder en todos los ámbitos de la vida, en programas de dibujo está surgiendo una tercera vía, que es la del software BIM, encabezada por el cada vez más incipiente Revit. El Revit da una tremenda vuelta de tuerca al concepto de dibujo clásico del Autocad y Microstation y apuesta por el diseño unitario del objeto arquitectónico. A la hora de imprimir o presentar, este programa especializado para diseñar viviendas tiene muchísimas opciones de representación en plantas, alzados, vistas laterales o perspectivas, y sistemas de medición automáticos. Nos ahorra el dibujar nosotros mismos las diferentes plantas y alzados y las farragosas leyendas de superficies o materiales mediante un tratamiento absolutamente integral del objeto arquitectónico. El Revit lleva solamente unos años en el candelero, pero cada vez está más demandado por las empresas del sector de la construcción. El tiempo dirá si sustituirá al AutoCad.
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