Cuando se habla de calderas de biomasa y por ende de sistemas de calefacción por biomasa, no suelen faltar las opiniones de que se trata de un buen método para conseguir una gran calificación de la vivienda sin apenas realizar obras traumáticas. Por ello, y sobre todo durante los inicios de la andadura del CE3X (finales de 2012 y épocas coincidentes con la implantación del Real Decreto 235/2015), realmente la biomasa fue la panacea para sugerir una medida de mejora deslumbrante que subiese en varias letras de golpe una baja calificación energética.
Pero la biomasa no es aplicable en todas las viviendas y hay muchos matices cuyo conocimiento es necesario para saber si es pertinente la instalación de calderas de este tipo.
Ventajas de la instalación de calderas de biomasa
Es evidente que las ventajas son numerosas:
- Para empezar, se trata de uno de los sistemas de energías renovables más eficaces que existen.
- La dependencia del precio de los combustibles fósiles no existe, porque se aprovechan los residuos agrícolas.
- Para más beneficio, se pueden organizar cultivos exclusivos para la producción de biomasa y dichos cultivos, así como la situación estratégica de los mismos, reduciría los incendios forestales y contribuiría más a la limpieza de los bosques.
A tener en cuenta antes de usar biomasa
Como suele ocurrir, estas ventajas tan claras contrastan con alguna que otra contrafactura que, si bien no afecta en absoluto a la incidencia energética, sí supone algún hándicap económico y de confort no energético.
- En primer lugar, el coste inicial de la instalación de una caldera de biomasa es elevado y solamente se puede amortizar a largo plazo, un largo plazo que suele coincidir con la vida útil de la caldera.
- También debemos tener en cuenta que la biomasa necesita ser almacenada cerca de la caldera, así que prácticamente quedan descartadas viviendas en bloques de edificios convencionales como candidatas a albergarlas. Serían las casas unifamiliares o los adosados los principales receptores de este sistema, máxime teniendo en cuenta de que la reposición del combustible se realiza una o dos veces al año por medio de un camión.
- El mantenimiento de la caldera suele ser más complicado que el de una convencional: necesita un limpiado de ceniza frecuente.
- Por último, hay que tener en cuenta que se trata de un aparato más ruidoso que las calderas convencionales, aunque si se dota al habitáculo receptor de la misma de un buen aislamiento acústico, esto no debería ser un problema.
- La principal pega – como siempre – es la falta de tradición que existe en España por acometer cambios que se demuestran meridianamente claros.
La biomasa en España
Como dato curioso del que he tenido conocimiento en un taller precisamente dedicado a energías renovables para la eficiencia energética, es muy probable que si de repente todo el territorio español manifiesta una querencia compulsiva por las calderas de biomasa, no existiría ni por asomo materia suficiente para alimentarlas todas. Por tanto, no solamente se debe acompañar la oferta de nuevos sistemas energéticos de buenas palabras, sino hacerlos viables.
En resumen: la caldera de biomasa seguramente no solucionará de manera ostensible durante los primeros años desde su instalación la factura de suministro de su propietario, pero sí apostará de manera firme por la preservación del planeta. Al fin y al cabo, para progresar en muchas ocasiones nos debemos olvidar del bien personal y pensar en el común.