El concepto de estudio energético es ambiguo. No es un documento reglado por ninguna normativa. Como sí que lo es el certificado de eficiencia energética (también llamado certificado energético). Así pues, un estudio energético puede ser cualquier tipo de informe o documento que investigue acerca de la eficiencia energética de un inmueble.
Por ejemplo, se puede llamar estudio energético a una auditoría energética, cuya finalidad última es buscar sistemas para ahorrar más energía en tu inmueble. Estas auditorías pueden ser muy básicas, a nivel de un certificado energético, o muy profundas, realizando mediciones térmicas de los cerramientos, catas, pruebas de estanqueidad, análisis de facturas, etc.
En este artículo vamos a hablar del estudio energético para subvenciones, cuya finalidad es buscar las actuaciones mínimas a realizar para obtener una subvención de eficiencia energética, o para elegir el tipo de subvención que más nos convenga.
Diferencia entre certificado energético y estudio energético
Todos sabemos lo que es un certificado energético (también llamado certificado de eficiencia energética). Se trata de un documento reglado que certifica una serie de parámetros de un determinado inmueble. Tiene en cuenta cosas tales como las emisiones de CO2 que genera al año y el consumo de energía anual. El certificado energético se regula a nivel de toda España por el Real Decreto 390/2021, de 1 de junio, por el que se aprueba el procedimiento básico para la certificación de la eficiencia energética de los edificios. Desde 2013 es obligatorio para alquilar o vender cualquier inmueble en nuestro país. También es obligatorio en edificios nuevos, en cambios de uso, en ciertas rehabilitaciones, en los edificios de la Administración de más de 250 m2, en edificios públicos de más de 500 m2, etc.
El certificado energético también es necesario para solicitar subvenciones de eficiencia energética. Es más, en estas subvenciones, hacen falta dos certificados energéticos, antes y después. El del inmueble antes de la actuación y el del inmueble después de la actuación. De esta manera, podemos justificar que entre el primer certificado y el segundo se han mejorado los parámetros que pide la subvención. Habitualmente, son un porcentaje del consumo de energía primaria no renovable o de la demanda energética anual global de calefacción y refrigeración, o la mejora de una letra en emisiones de CO2.
Realizar el primer certificado es algo convencional, solo hay que certificar lo que hay en la actualidad. El certificado del estado reformado debe realizarse sin haber realizado aún la actuación. Si el cliente tiene muy claro qué actuaciones quiere realizar, es fácil. “Quiero colocar un SATE de 8 cm en todas las fachadas”. No tenemos más que certificar el edificio suponiendo que el SATE ya está puesto. Pero: ¿Qué pasa si con el SATE de 8 cm no cumplimos los criterios de la subvención y hay que colocarlo de 10 cm? ¿Qué pasa si con el SATE de 8 cm conseguimos la subvención, pero si ponemos uno de 10 cm saltamos de tramo y nos dan un porcentaje mayor, con lo que la obra nos sale más barata?
Es decir, aunque en la subvención nos pidan dos certificados energéticos, el del antes y el del después, el técnico certificador habrá realizado muchos más. El del antes y muchos del después, y habrá elegido el que mejor se ajuste a las necesidades del cliente. Esto es el estudio energético.
¿Qué es un estudio energético para subvenciones?
Como ya hemos dicho, el estudio energético para subvenciones es la realización del certificado energético del estado actual de un inmueble y de varios certificados energéticos de estado reformado que se ajusten a los criterios de la subvención y a las necesidades del cliente.
¿Pero en el certificado energético no se añaden distintas medidas de mejora? ¿No llega con eso? Sí, es verdad, los certificados energéticos ya incluyen, o deberían incluir si están bien hechos, distintas medidas de mejora. Pero primero, estas medidas no se basan en ninguna subvención, son medidas que propone el técnico en base a unos criterios generales. Además, estas medidas son simplificadas, el programa calcula actuaciones globales tales como colocar SATE en todas las fachadas, o sustituir todas las ventanas o sustituir la cubierta. Si queremos proponer medidas reales muy concretas, tales como: “colocar fachada ventilada en la fachada principal, SATE en el patio y panel sándwich en la medianera, cambiar las ventanas del tercero y poner aerotermia en el cuarto”, tendremos que hacer el certificado energético de nuevo.
Además, el estudio energético es iterativo. Primero se le proponen al cliente varias opciones para entrar en los distintos tramos de la subvención. Seguramente ninguna de ellas le valga al 100%, sobre todo en el caso de edificios de viviendas. Porque llegarán las preguntas: “¿Y si la del cuarto cambia las ventanas? ¿Y si el del segundo cambia la caldera? ¿Y si ponemos fachada ventilada en lugar de SATE?” El resultado final, a efectos de la documentación que se presenta en la subvención, son dos certificados. Pero en el proceso se han quedado muchas alternativas por el camino.
¿Para qué sirve?
Es importante realizar el estudio energético ANTES de realizar el proyecto o la memoria para la subvención. Esto es así porque es más sencillo cambiar el estudio energético 20 veces, que el proyecto 2 veces.
Mucha gente quiere lanzarse a encargar todos los trámites de la subvención completa: certificados, proyecto, libro del edificio, gestión, etc. Nosotros siempre les decimos: primero realiza el estudio energético. Luego analiza qué actuaciones quieres hacer, lo que te van a costar y si lo puedes pagar. Dentro de tus posibilidades optimiza cuánto dinero te pueden dar.
En las subvenciones de eficiencia energética no se sabe cuánto dinero te van a dar de antemano. No existe el “este es el SATE que cumple la subvención” o “estas son las ventanas que cumplen la subvención”. Un SATE de 6 cm puede ser suficiente para un edificio y uno de 10 cm puede no llegar para otro, dentro de la misma subvención. Porque lo que se subvencionan son mejoras del consumo y de la demanda del edificio, no actuaciones genéricas. El técnico puede tener una idea orientativa, en base a su experiencia, pero lo que valen son los números concretos, sobre todo cuando queremos ajustar al máximo el presupuesto y optimizar la subvención, como pasa en la mayoría de los casos.
Es decir, el estudio energético sirve para saber con datos concretos qué actuaciones entran en la subvención para mi edificio concreto, en qué tramos podemos entrar, si podemos optar al tramo siguiente, incluso si es mejor optar por otra subvención diferente. Además, contratar un estudio energético de manera previa al proyecto nos puede dar un margen de maniobra para pedir presupuestos de obra. Nos orientaran sobre lo que nos puede costar cada actuación, antes de lanzarnos a la piscina.
¿Cuándo realizar un estudio energético para subvenciones?
El mejor momento para realizar el estudio energético es justo antes de que salga la subvención, pero cuando ya se conozcan las bases de la misma, o al menos las cuantías y los requisitos de eficiencia energética para optar a ellas. Por el mismo motivo, no tiene sentido realizar un estudio energético cuando ya hemos encargado el proyecto y la obra, pues ya no tendremos margen de maniobra.
¿Cuánto cuesta un estudio energético?
El estudio energético no tiene por qué suponer un gasto extra, de hecho nos puede hacer ahorrar mucho dinero. Como hemos dicho, los técnicos preferirán modificar el estudio varias veces que tener que repetir el proyecto. Por ello, en muchos casos los honorarios del estudio energético, si se realiza primero de manera independiente, se descontarán de los honorarios del trabajo completo de la subvención. Y si el estudio energético nos hace darnos cuenta de que no podemos conseguir la subvención con las actuaciones que queremos, que no las podemos pagar o que no nos van a dar el dinero que pensábamos, sin duda nos va a ahorrar una gran cantidad de trámites que vienen después.
El coste del estudio energético dependerá principalmente del tipo de inmueble que queramos analizar: un piso, una vivienda unifamiliar, un edificio, etc. Lo que sí que podemos es compararlo con el precio de un certificado energético.
Un estudio energético requiere mucho trabajo
El estudio energético, si está realmente bien hecho, lleva sin duda más del doble de trabajo que un certificado energético. No solo porque tengamos que realizar múltiples estados reformados, sino porque el nivel de precisión de cada certificado energético ha de ser mayor que el de un certificado convencional: tendremos que indicar todos los valores de los cerramientos en los que vayamos a actuar como conocidos, en base a fichas del fabricante, no por defecto.
Bien es verdad que el inmueble es el mismo, y por tanto no tendremos que realizar el doble de visitas ni levantar el doble de planos, pero este ahorro no compensa el trabajo extra que supone el realizar múltiples alternativas. Por tanto, el precio de un estudio energético será algo más del doble que el de un certificado energético convencional. Pero será bastante más barato que realizar el proyecto para las mismas actuaciones.
Conclusión
El estudio energético para subvenciones es la herramienta perfecta para saber con datos reales qué actuaciones pueden entrar y cuáles no. Nos sirve para saber, primero, si lanzarnos o no a realizar una obra, y después para saber qué actuaciones nos interesan más, tanto a nivel general como para alcanzar los requisitos de la subvención, cuánto dinero nos pueden dar y si podemos asumir su coste. El estudio energético no supone un gasto extra, pues es la fase previa de un trabajo que vamos a realizar igualmente, pero que nos sirve para tomar decisiones con datos concretos.