Si acabamos de adquirir nuestra primera vivienda con todo el esfuerzo y sacrificio que ello conlleva, uno de los problemas de los que no queremos oír ni hablar seguramente serán las humedades. Pero, ¿qué son realmente las humedades y porqué se originan?
Tenemos que distinguir entre varios tipos de humedades: humedades por condensación, humedades por capilaridad y humedades por infiltraciones. En este post nos encargaremos de aclarar las correspondientes al primer tipo, las humedades por condensación.
Humedades por condensación
Este tipo de humedades se originan en el interior de una vivienda o de una simple habitación cuando el vapor de agua presente en el ambiente del recinto se encuentra a una temperatura diferente a la del ambiente exterior, por ejemplo la calle. Al condensarse ese vapor de agua se deposita en las superficies de nuestro recinto produciéndose las temidas humedades.
Un escaso o deficiente aislamiento térmico, así como un deficiente sistema de calefacción favorecerán de manera importante la aparición de humedades por condensación. Este tipo de humedades varía dependiendo de la zona climática donde nos encontremos, y no afecta de igual manera a todas las partes de la vivienda, siendo las fachadas y muros en contacto con el exterior, así como los vidrios de las ventanas las zonas donde más se acentúan este tipo de humedades.
El clima así como una deficiente o escasa ventilación en esa zona afectada de nuestra vivienda, son los principales motivos por los que se materializan este tipo de humedades.
¿Son peligrosas las humedades por condensación? 
Evidentemente, cualquier “efecto o problema” que se salga fuera de lo normal se puede catalogar como peligroso o perjudicial para nuestra salud. Las humedades no solo afectan o merman los componentes de nuestra fachada, sino que también puede llegar a producir diversos efectos nocivos para la salud humana.
Entre los principales problemas que podemos encontrarnos desde el punto de vista que afecte a nuestro edificio son sobre todo la aparición de manchas en la pared, que pueden favorecer la creación de hongos y mohos en las paredes y en la ropa; malos olores; deterioro de la estructura y las instalaciones de nuestra vivienda; o incluso la formación de pequeños charcos o manchas de agua en el piso de la vivienda.
Los efectos más directos que nos provocan estas humedades sobre nuestro organismo pueden ser entre otros muchos la aparición o proliferación de ácaros o bacterias nocivas para nuestro organismo, ya que se desarrollan más en ambientes húmedos, lo que derivan en problemas respiratorios como asmas, infecciones crónicas respiratorias, agravamiento de problemas óseos o de reuma o incluso alergias en las personas expuestas a este tipo de microorganismos que se verán acentuados más en niños y personas de avanzada edad.
¿Podré reparar o solucionar estos problemas?
Como para casi todo tenemos una respuesta y una solución, y es que SI. Las humedades se pueden tratar corrigiendo o modificando los factores de aparición que las originan. Por ejemplo, si el aislamiento de nuestra vivienda es deficiente, aplicando un aislamiento nuevo, o simplemente incorporando un aislamiento en el caso de no tenerlo mejorará de manera sustancial la no aparición de humedades; incorporación de vidrios con propiedades térmicas adecuadas; mejora del sistema de calefacción; instalación de marcos con rotura de puente térmico, etc.
Pero no todas las actuaciones que realicemos no tiene por qué ser sobre los elementos constructivos, ya que nosotros mismos podemos frenar la aparición de estas humedades con hábitos muy sencillos como controlar el vapor de agua que se desprende al ducharnos mediante la instalación de un deshumificador; tender la ropa mojada para secar al aire libre o en estancias ventiladas o un gesto muy simple es colocar una tapadera en la olla en la que nos estamos cocinando nuestra rica comida del día.
Si tienes dudas sobre el tipo de humedad que afecta a tu vivienda y de como arreglarlo puedes solicitar un informe pericial de humedades a nuestros expertos.