En todo ámbito profesional los imprevistos están a la orden del día, así que la certificación energética no supone una excepción.
Aunque a nadie le gusten este tipo de situaciones conviene tener un hoja de ruta marcada para posibles urgencias que aumentará nuestra capacidad de reacción y la calidad de nuestro trabajo.
Cuando trabajaba como arquitecto asalariado, una llamada telefónica podía originar una semana maratoniana de trabajo a base de sesiones en las que solamente se paraba para devorar en un cuarto de hora una pizza o un bocadillo, y para dormir. Solamente los que hemos sufrido esas entregas sabemos el desgaste físico y emocional que producen, y solamente nosotros conocemos el inmenso placer que sentimos cuando llevamos a buen puerto esos trabajos tan urgentes. Acabamos rendidos, pero orgullosos. Y siempre, siempre, entregamos a tiempo. No sé cómo, pero lo logramos. Aunque se trate de un plan urbanístico de 300 planos DIN A1 a corregir en cinco días, con sus copias impresas en la propia oficina.
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En la actualidad, como autónomo y director de una pyme, soy yo quien he de hacerme responsable principal de todos los imprevistos. Y eso quiere decir en primer lugar, dar la cara ante los clientes como único responsable, y en segundo lugar, hacer absolutamente todo lo que sea posible para que el imprevisto pase a la historia como una anécdota.
Y créeme que lo más importante es que el cliente esté desde el primer momento informado de qué es lo que ha ocurrido y de cuál es la solución para resolverlo. Nunca esperar a ver si las mareas vienen mejor dadas para omitir el problema o explicarlo de manera edulcorada. Eso jamás. En el ámbito de la certificación energética, cédulas de habitabilidad, IEEs, dictámenes, etc. (que es el que nos ocupa en la web de Certicalia), la celeridad del trámite de nuestros trabajos depende muchísimo de la administración (en Cataluña, mi ámbito de actuación, al 100%).
En trámites de cédulas me he encontrado con requerimientos del Departamento de Vivienda a causa de un dato del edificio que no coincide con el que ellos tienen en sus bases de datos. Siempre he tenido que demostrar con documentación extra tramitada de manera telemática o presencial (en muchas ocasiones con el cliente a mi lado) que mis datos estaban contrastados. O me ha tocado que una vivienda certificada por mí haya sido escogida para inspección aleatoria para comprobar la veracidad de los datos aportados.
Todos estos requerimientos han supuesto de media entre dos y tres semanas de atraso del trámite, con las molestias consiguientes para el cliente. Por tanto, recomiendo el siguiente proceder:
- Si somos objeto de un error administrativo que atrasa nuestros trámites, informemos INMEDIATAMENTE al cliente.
- Cuando informemos al cliente, debemos explicarles qué solución adoptaremos para resolver el problema.
- Y también debemos ofrecernos para prestarle apoyo extra en lo que sea necesario, tanto como mediador en operaciones inmobiliarias de compraventa que estén paralizadas por el trámite. Notarios, APIs, abogados, intermediarios deben tener nuestro teléfono disponible.
Y, lejos de lamentarse porque algún día todo parezca salir al revés, los imprevistos se pueden utilizar para crecer como profesional. Es más, considero que son absolutamente necesarios para ampliar nuestro espectro de conocimientos y para que cada vez estemos más preparados en el día a día laboral.