Afortunadamente, los daños estructurales más comunes que se producen en los edificios son los daños simples o menos graves, o sea, pequeñas fisuras, leves desplomes o casi imperceptibles flechas que, dependiendo de su magnitud física, pueden considerarse desde despreciables hasta leves pero con la necesaria reparación que generalmente consistiría en resanar y taponar convenientemente las aberturas además de las destinadas a evitar las causas que los hayan provocado.
A veces no son las estructuras las que sufren daños sino las que los provocan; todas las vigas, incluso las de hormigón pero, especialmente, las de madera, flectan con el tiempo, o sea, que se curvan bajando su punto central por el efecto de la carga y del relajamiento del material.
Esto puede provocar la rotura de falsos techos, de tabiques e incluso de muros de cerramiento al presionar sobre su parte superior produciéndose unas fisuras muy típicas que tienen un patrón básicamente horizontal.
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Grietas estructurales
Cuando el espesor de la abertura es de 1 milímetro o superior y afecta a un elemento de la estructura entonces hablamos de grietas estructurales y su tratamiento debe ser realizado por un técnico experto. Generalmente, este tipo de grietas afecta a la totalidad del espesor del elemento (soporte, viga, muro, etc.) y entonces se hace necesario actuar sobre él reforzándolo y reparando los daños que se hayan producido.
Las causas pueden ser muy variadas; errores en el cálculo, una mala ejecución, nuevas cargas no contempladas en el proyecto, terremotos, afectación por humedades o elementos químicos, agotamiento físico del material, etc.
Daños estructurales por humedades
Cuando la humedad contenida en los cerramientos llega a la estructura de hormigón es absorbida y puede llegar a las armaduras que con el tiempo se oxidan, lo que produce una descomposición del acero que, a su vez, provoca un aumento de volumen de la barra que presiona sobre el hormigón y termina partiéndolo, apareciendo entonces las grietas.
Este tipo de grietas debe ser tratado lo antes posible antes de que se disgregue tanto el acero que sea imposible de reparar mediante el método de pasivado, consistente en eliminar y resanar el hormigón suelto o disgregado, limpiar el acero afectado protegiéndolo con productos especiales para evitar el óxido, recubrirlo e impermeabilizarlo, y reparar la zona de hormigón eliminada, revistiendo la superficie final con un producto impermeable y anti carbonatación.
Si la armadura está demasiado dañada deberá ser sustituida por elementos que hagan su función, como por ejemplo perfiles de acero que encamisen el elemento afectado cosidos por presillas y, si es necesario, recubiertos de hormigón de nuevo.
Daños estructurales por filtraciones de agua
Cuando en vez de la humedad es el agua la que se filtra por los cerramientos y llega a la estructura, el proceso es el mismo solo que más grave y más rápido aunque en este caso suele ser más fácil de detectar y de evitar que se llegue a producir un proceso tan avanzado.
Si las filtraciones se producen en el subsuelo, como por ejemplo en caso de rotura de tuberías, puede llegar a producirse un descalce de la cimentación con asientos diferenciados de consideración que puede llegar a provocar fisuras graves y grietas en la estructura.
En este caso, una vez controlada la causa del asiento, se procedería a reparar los elementos afectados de la estructura previo estudio de los daños por un experto.
La mayoría de estos daños pueden suponer problemas graves en el edificio y una reparación muy cuantiosa. Por lo que el mejor consejo es prevenir, si se observa algún daño, avisar a un profesional para que realice un informe de daños estructurales.