Uno de los problemas más comunes con los que se encuentran las viviendas antiguas a la hora de pasar la ITE (Inspección Técnica de Edificios) son las humedades en sótanos y plantas bajas.
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Humedades en sótano y planta baja
“El verdugo” es una de las más aclamadas películas del cine español de todos los tiempos. No voy a extenderme aquí en las bondades del film de Berlanga, pero sí tengo que destacar del mismo que algunas escenas transcurren en un piso subterráneo de una urbe española cuyas ventanas son minúsculos huecos abiertos a la calle en la misma intersección de la acera con la pared. Si el inquilino quería respirar el aire exterior, tenía que subirse a una silla y asirse a los barrotes, como si en una cárcel estuviese. Asimismo, en la creación “13 Rúe del Percebe” de Francisco Ibáñez, estandarte del tebeo patrio, hay un personaje llamado “Don Hurón” que vive literalmente en una alcantarilla.
Entre la ficción y la realidad existe una delgada línea y en muchas visitas con motivo de inspecciones técnicas de edificios, las humedades en sótanos y plantas bajas son unos de los problemas más habituales que pueblan de deficiencias los informes. Actualmente, los sótanos de edificios están convenientemente ventilados y no se permiten aberraciones como las de décadas anteriores, pero como las ITEs afectan a los edificios de 45 o más años, es lógico encontrarse con el muestrario de ejemplos de lo que no debe hacerse.
ITE y humedades
Cuando nos encontramos un sótano que padece problemas de humedades, nosotros como profesionales con un alto bagaje previo en experiencias similares, sabemos que tendremos problemas en la ITE.
Se pueden proponer numerosas medidas correctoras de las humedades (saneamiento de paredes, desecación, maquillaje, limpieza), pero si la fuente del problema no es erradicada, de nada servirá atiborrar de aspirinas al enfermo. Los síntomas remitirán, pero la enfermedad seguirá allí.
Por ello, un sótano antiguo normalmente presenta grandes dificultades para ventilarse adecuadamente porque las preexistencias impiden abrir huecos o rejillas al espacio exterior y la única manera de asegurarse el desecado del aire es la instalación de aparatos mecánicos dependientes de la electricidad, con lo cual la solución se convierte en artificiosa y, en ocasiones, insuficiente.
Por tanto, asegurarse la desaparición de las humedades en un sótano dependerá buena parte de asegurar la estanqueidad del mismo, antes que de cambiar su tipo de ventilación.
Solventar los problemas de humedades
Si el sótano da directamente por muro de contención a un terreno, hay que drenar dicho terreno o situar un canal perimetral, incluso con alguna lámina de tela asfáltica de por medio.
Otro consejo valioso es el tratar de evacuar el agua pluvial directamente al sistema de alcantarillado, sin utilizar los bajos del edificio como abrevadero. Son también numerosos los casos en los que he visto que un edificio evacúa el agua pluvial perfectamente hacia el exterior, pero resulta que el canalón vertical suelta la catarata de líquido directamente en la intersección de la pared y la acera, un punto delicado que normalmente acaba encharcado y filtrando agua hacia el subsuelo.
La calle, sobre todo si es en pendiente, debe tener un buen alcantarillado y sistema de evacuación. Y en el caso de que dispongamos de las minúsculas ventanas de la vivienda de “El verdugo”, que estén abiertas con frecuencia y orientadas al ángulo llano entre el Este y el Oeste.
Subiendo de cota a pisos superiores, las humedades por condensación y capilaridad son las más frecuentes. Las primeras se evitan con una adecuada ventilación de las estancias a las orientaciones más desfavorables (Norte, Noroeste y Noreste), así como con la instalación de una doble hoja (si además puede conseguirse el efecto de fachada ventilada, mejor) que suprime por completo todos los puentes térmicos.
En muchas ocasiones es la propia climatización potente la que paradójicamente causa la humedad. Bien es sabido que una diferencia alta de temperaturas entre el exterior y el interior en índices altos de humedad relativa causa humedades por condensación. Por tanto, aunque parezca contradictorio, hay que tratar de bajar la diferencia entre las temperaturas del exterior y el interior, y aquí entra de nuevo nuestra opción de ventilar habitaciones poco usadas.
Finalmente, siguiendo con el itinerario cultural, algunas de las novelas de Julio Verne tienen a sus protagonistas viviendo en cuevas acondicionadas. Es la mejor manera de sobrevivir al cambio de temperaturas tan grande entre estaciones. A medida que uno se adentra en la cueva, la temperatura es cada vez más constante e independiente respecto al exterior, lo que asegura mediante una utilización mínima de energía (el fuego) calentarse con una inercia térmica asegurada. Por el contrario, el inconveniente es la presencia de humedad debido a la porosidad de la piedra.
En la actualidad, esta enseñanza sirve para darnos cuenta de que las fachadas de piedra también suelen ser porosas, lo que favorece el aislamiento térmico (aparte del grosor), pero precisamente esa porosidad es la que le desfavorece en cuanto a la captación de humedad. De ahí que si se utiliza piedra en una fachada (actualmente a base de aplacados sujetos mecánicamente), dicha piedra debe haber sido tratada anteriormente con sistemas hidrófugos o directamente recurrirse a la piedra artificial.