Quien haya recorrido Manhattan o, del otro lado del East River, barrios como Williamsburg, se ha asomado a lo que se conoce como gentrificación. El proceso viene de lejos y se expande alrededor del mundo, de Nueva York a Londres, pero también a Barcelona o Madrid. Pero, ¿qué es este fenómeno que tanto tiene que ver con la subida del precio de la vivienda y con el abandono de sus barrios por parte de las poblaciones autóctonas?
Gentrificación, revalorización pisos
Con la palabra gentry (término inglés para referirse a la alta burguesía) como origen, el término gentrificación se acuñó en el mundo anglosajón en los 70 para referirse a algo que no era nuevo: el desplazamiento de los habitantes tradicionales de un barrio, por lo general céntrico o de potencial valor, hacia la periferia y sus sustitución por poblaciones con mayor capacidad de gasto.
Este movimiento, del que no se libra prácticamente ninguna gran ciudad, se produce por distintas causas; una de ellas la subida del precio del alquiler y de la compraventa de vivienda a niveles que los hacen insostenibles para las poblaciones que tradicionalmente habitaban estas áreas.
¿Cómo se activa y cómo funciona el mecanismo?
Por lo general se activa en barrios bien ubicados o áreas industriales con músculo para ganar en valor (casos paradigmáticos en España serían Chueca, en Madrid; o Poble Nou, la Barceloneta o el Raval, en Barcelona), en los que se habían asentado trabajadores y otros perfiles de rentas bajas o medias.
En estos lugares, que suelen compartir cierto grado de deterioro en el punto de partida, se inicia un proceso de rehabilitación que atrae a otro tipo de vecinos, de mayor nivel de renta. Los comercios empiezan a cambiar para incrementar el atractivo del barrio, después las franquicias y grandes cadenas ponen sus ojos en él (al igual que las sociedades de inversión) y, poco a poco, se asiste a una revalorización de la vivienda y de los locales que acaba por ser inasumible por la población autóctona.
A lo anterior se suma la ‘turistificación’ de estas zonas, con un incremento de la oferta de pisos para turistas que tira también al alza de los precios y se lo pone aún más difícil a los pobladores locales.
Gentrificación Barcelona
Barcelona o la capital de España, con la gentrificación en Madrid saltando de barrio a barrio del centro y en pleno proceso de transformación de Lavapiés, son ejemplos de estos fenómenos que, según sus defensores, tienen como efecto positivo la transformación y revalorización de barrios.
Sin embargo, los detractores, por lo general vecinos de toda la vida de estas zonas, hacen una lectura diferente: subida de precios generalizada, sangría de despoblación local, desaparición del comercio tradicional, pérdida de identidad de las barriadas y un largo etcétera.
Y es que los efectos del proceso, se notan. Áreas a las que la gentrificación llegó hace tiempo, como la zona centro de Madrid, perdieron más de un 6% de población entre 2012 y 2015. Además, este distrito figura en la parte alta del ranking de precio de alquiler por metro cuadrado; lo mismo que sucede en Barcelona con Ciutat Vella o el Eixample.
El proceso, además, más que parar se amplía a nuevos barrios y ciudades, como Bilbao, Valencia o Zaragoza, donde este fenómeno global extiende ya su influencia y, con ella, su impacto sobre el alza de los precios de la vivienda.